Cada vez son más las voces procedentes de expertos y de la sociedad en su conjunto que alertan que el modelo económico imperante, basado en la extracción y consumo descontrolado de todo tipo de energías y materiales, está llegando al límite de su capacidad. Sencillamente, ya no se sostiene.
Si queremos garantizar la sostenibilidad energética para las próximas generaciones es totalmente imprescindible establecer programas y sistemas de reutilización, reciclaje y valorización de residuos mucho más decididos y ambiciosos.
Qué es la economía circular
Un nuevo modelo productivo y económico, basado en la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente y que abogue por un uso racional de los recursos energético y naturales es posible. A esta nueva forma de entender la economía y la relación de las personas con los recursos naturales se la conoce como economía circular y se fundamenta en los siguientes principios:
- Reutilización y reciclaje de los materiales y residuos.
- Valorización y transformación de la materia orgánica en energía y combustible ecológico y renovable
- Eliminación en su punto de origen de los residuos y desperdicios que no pueden ser reciclados.
- Regeneración sistemática de los recursos naturales.
Beneficios de la economía circular para la industria alimentaria
La industria alimentaria se enfrenta actualmente con un complejo reto: adaptar sus infraestructuras y sistemas tradicionales de producción a las nuevas normativas europeas y mundiales y las propias exigencias de los consumidores, para así luchar contra el cambio climático, provocado sobre todo por la emisión de gases de efecto invernadero, y la escasez de recursos para generar energía.
El uso eficiente de los recursos y el reciclaje de residuos, con el fin de reducir la contaminación y la huella negativa de la actividad industrial en el medio ambiente, son dos de las principales líneas maestras de la economía circular, que cuenta además con el apoyo de los organismos europeos.
Este nuevo contexto, así como una normativa más estricta, se traducen en unas obligaciones muy importantes para la industria alimentaria, que se ve empujada a reestructurar su forma de funcionar con el objetivo de generar el mínimo de residuos posibles reciclándolos e, incluso, transformarlos en energía renovable y verde. Y todo ello manteniendo un alto índice de producción para que su rentabilidad no se resienta.
Afortunadamente, el esfuerzo de asumir los postulados de la economía circular aporta también beneficios a la propia industria alimentaria:
- Mejora su imagen ante sus clientes y la sociedad al presentarse como una industria que apuesta por la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente y la ecología.
- Desarrollo de tecnologías y procesos más limpios y seguros para todos: empleados, clientes, el conjunto de la sociedad, etc.
- Mejor aprovechamiento de los recursos disponibles.
- Puesta en marcha de nuevas líneas de negocio basados en la transformación de los propios residuos generados en biocombustible, que puede resultar muy rentable en forma de consumo propio o venta a terceros.
Cómo implantar la economía circular dentro de mi empresa alimentaria
Cualquier empresa alimentaria puede implantar medidas alineadas con la filosofía, conceptos y principios de la economía circular, pero para ello debe, sobre todo, realizar cambios de calado en la gestión de residuos.
La visión de la industria de sus propios residuos tiene que cambiar radicalmente. Tiene que dejar de considerarlos como molestos desperdicios y entenderlos como un bien finito que, siempre que sea posible, debe reciclarse y, de no poder reutilizarse, ser eliminado de la forma correcta, en su lugar de origen, para que así la huella que dejen en la naturaleza sea inexistente o mínima.
Esta son las principales normas y buenas prácticas para la gestión de residuos:
- Separación y reciclaje en los contenedores adecuados.
- Tratamiento y recogida de residuos especialmente tóxicos por un gestor autorizado.
- Máxima reutilización en la propia fábrica de los propios materiales.
- Optimización y ahorro de energía y combustible.
Una última acción de gran valor es establecer sistemas de valorización de los residuos generados para transformarlos en energía renovable.
Instalación de una planta de biogás para empresas con residuos orgánicos
La instalación de un planta para generar biogás y su versión mejorada el biometano, para producir energía eléctrica, térmica y biocombustible ha dejado de ser un sistema exclusivo par los residuos agrícolas y ganaderos, extendiéndose también a los residuos orgánicos generados por la industria alimentaria.
En la actualidad, las modernas plantas de biogás están preparadas para transformar los residuos provenientes de la industria alimentaria: restos de frutas y verduras, lactosuero, descartes de pescado, etc. Para ello se usan sistemas de digestión anaerobia, donde se produce una fermentación de la materia orgánica por la acción de bacterias en condiciones de ausencia de oxígenos en unos tanques especiales totalmente herméticos. El método es el mismo que para los desperdicios agrícolas y ganaderos y, en ocasiones, ambos tipos de residuos es mezclan.
Estas plantas proporcionan un doble ventaja para la industria alimentaria: aprovechar los beneficios económicos y de aprovechamiento de recursos que supone la obtención de biogás y biometano y también cumplir con la normativa vigente con relación a la reducción de la contaminación y el impacto ambiental que genera su actividad.
Se calcula que el biogás y el biometano producido partir de residuos orgánicos de la industria agroalimentaria, el sector agrícola y ganadero y los vertederos podría producir cada año 26,6 Tw/h de energía en España. Una cantidad que podría abastecer las necesidades del 40% de los hogares españoles, además de proporcionar otros beneficios como la generación de fertilizante orgánico y, por supuesto, el cuidado del medio ambientales.
En Genia Bioenergy proporcionamos un servicio integral y personalizado con el fin de evaluar la viabilidad técnica y económica de cada proyecto de planta de biogás. Proponemos novedosos modelos basados en los últimos avances tecnológicos para gestionar los residuos generados por la industria alimentaria siguiendo los principios de la economía circular.