¿Se puede cuadriplicar la producción de biogás en España en esta década? Es decir, pasar de los 2,74 TWh producidos en 2020 a los 10,41 TWh anuales en 2030.
Este es el objetivo del Gobierno, tal como figura en la Hoja de Ruta del Biogás aprobada por el Consejo de Ministros, y que supone multiplicar por 3,8 la producción de biogás para 2030, a partir de la valorización de residuos orgánicos: domésticos, comerciales e industriales; lodos de Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR); residuos de las industrias agroalimentarias; estiércoles y restos de cultivos herbáceos.
Este objetivo no solo es posible, sino que, además, las Asociación Española de Biogás (AEBIG) lo considera poco ambicioso, teniendo en cuenta el retraso que lleva el país en cuanto al desarrollo de la producción de biogás y el potencial que tiene para ello.
Según la Comisión Europea, España es uno de los tres países con más potencial de residuos convertibles en biometano, junto a Francia y Alemania. Un potencial en residuos del que una parte importante procede de la industria agroalimentaria, con amplio desarrollo en nuestro país.
Además, la producción de biogás y biometano dispone de una tecnología madura, que puede ser utilizada con las actuales infraestructuras, sin necesidad de nuevas inversiones.
El incremento en la producción de estos gases renovables en España permitiría descarbonizar hasta un tercio de la demanda total de gas (137 TWh) y el avance en la descarbonización de la economía, es especial en los sectores de difícil electrificación (industria y transporte).
España cuenta, en estos momentos, con 5 plantas de biometano operativas y hay más de 200 proyectos empresariales en distinto estado de ejecución, que pueden movilizar más de 800 millones de inversión, que están pendientes del desarrollo de la Hoja de Ruta de Biogás y de la puesta en marcha del, recientemente aprobado, sistema de garantías de origen de los gases renovables.
España se encuentra ante un reto de descarbonización para el que tiene el potencial suficiente. Superarlo permitirá al país contribuir a la lucha contra el cambio climático y aumentar su independencia energética respecto a los combustibles fósiles.
Además, la mayor parte de la producción de biogás se realiza en el entorno rural, en explotaciones agropecuarias, agroalimentarias y municipales, que permiten generar energía en el territorio de forma deslocalizada. Algo que favorece el avance hacia una transición energética justa, que tenga en cuenta el reto demográfico.
Plantas de biogás para el sector agroindustrial
El potencial de España para la producción de biogás y biometano viene, en gran parte, asociado al desarrollo agroindustrial del país.
En este sector se generan gran cantidad de residuos que pueden ser aprovechados para la producción de estos gases renovables. Desde harinas, grasas, jarabes, restos cárnicos, purines y estiércol, restos vegetales, lodos de depuradora, residuos sólidos urbanos, etc.
Una de las particularidades asociadas a la producción de biogás procedente de los residuos de este sector es que puede llevarse a cabo incluso a pequeña escala.
Es decir, la producción de biogás se puede realizar a partir de la gestión de los residuos orgánicos generados por la propia empresa, aprovechando la energía generada para el consumo propio o para su comercialización.
El biogás obtenido se puede emplear para producir energía eléctrica, calor o como biocombustible. Además, también se revaloriza el digestato (subproducto del proceso de producción del biogás) como fertilizante orgánico o enmienda para la recuperación de suelos agrícolas.
El tipo de planta de biogás adecuado para estos casos son las de autoconsumo o “smallbiogas”, personalizadas, a escala y modulares, que resultan viables para el sector agroindustrial al dar una solución a la gestión de sus residuos, obteniendo un valor económico con ello.
El biogás obtenido, además de ser utilizado para el consumo energético propio, puede ser almacenado o bien comercializado, generando un ingreso extra a los propietarios de la instalación. Y si este biogás es purificado (biometano), puede ser inyectado en la red gasista para su distribución.
Estas plantas de biogás para autoconsumo permiten establecer un modelo de economía circular dentro del sector agroindustrial, además de contribuir a los objetivos de descarbonización.
El potencial para producción de biogás agroindustrial existe y la normativa para dar impulso a su desarrollo ya está aprobada.
Movilidad sostenible con biometano
El biometano obtenido a partir de la purificación del biogás puede ser empleado como biocombustible para el sector del transporte, en especial para los nichos de difícil electrificación (transporte pesado por carretera o marítimo).
La forma de consumir este biometano vehicular es mediante el sistema de gas natural comprimido (bio-GNL) o gas natural licuado (bio-GNL), pudiendo usarse en camiones con propulsión a gas natural, resultando vehículos más sostenibles y eficientes, en cuanto a emisiones cero de compuestos contaminantes.
Este uso del biometano como biocombustible es una práctica extendida en Europa, aunque en España vamos con retraso.
Según datos de Gasnam, el país cuenta con un parque de vehículos a gas natural de 30.000 unidades (camiones GNL y autobuses GNC), y cuenta con una red de repostaje de gas en crecimiento, con unos 163 puntos por todo el país.
El gas natural suministrado en estos puntos de repostaje puede ser sustituido por biometano vehicular y contribuir a alcanzar los objetivos de descarbonización de este sector, de forma inmediata.
Pero para ello es necesario dar impulso a la producción de este gas renovable, tal como se plantea en la Ley 7/2021, de Cambio Climático y Transición Energética (LCC) y la Hoja de Ruta del Biogás. Algo ahora posible gracias a la aprobación del sistema de garantías de origen de los gases renovables.
El papel del sistema de garantías de origen de los gases renovables
El sistema de garantías de origen es el mecanismo que va a permitir certificar el origen renovable del biogás o biometano para poder comercializarlo y consumirlo como tal.
Este sistema de garantías está recogido en el Real Decreto 376/2022, recientemente aprobado por el Consejo de Ministros, que traspone, forma parcial, la Directiva 2018/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa al fomento del uso de energía procedentes de fuentes renovables.
Gracias a este sistema de garantías de origen, similar a los ya existentes para la electricidad de origen renovable, cada MWh de gas 100% renovable dará lugar a la emisión de una garantía de origen con información sobre dónde, cuándo y cómo se produjo el gas.
Esto aportará un valor añadido al gas renovable, a la hora de comercializarlo, fomentando su consumo y generando un beneficio ambiental.
El sistema de garantías de origen de gases renovables contempla la creación de un Censo de Instalaciones de Producción de gas procedente de fuentes renovables y un Comité de Productores.
Esto permitirá a los productores y comercializadores intercambiar las garantías de origen de forma transparente y segura dentro del sistema. La producción, transferencia y cancelación de las garantías quedará debidamente documentada.
El gas renovable producido quedará certificado como tal, indicándose el volumen y calidad del mismo, al diferenciar entre los distintos tipos de gases renovables.
El sistema de garantías de origen abarcará cualquier gas renovable producido y consumido, ya sea in situ, autoconsumido, e inyectado o no a la red de gasoductos.
Este sistema de garantías de origen de los gases renovables era algo que ya estaba previsto en el Plan Nacional de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), en la Hoja de Ruta del Hidrógeno y del Biogás, así como en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y que venía siendo demandado por numerosos expertos e investigadores para poder dar impulso a desarrollo de los gases renovables en nuestro país.
Con la puesta en marcha de este sistema de garantías de origen de los gases renovables, llega el momento de avanzar y aprovechar el potencial de España para la producción de biogás y biometano, y contribuir con ello a la descarbonización del sistema energético con una transición justa.