Las energías renovables frente al incierto futuro del petróleo

Durante el 2020, la esfera económica en torno al petróleo vivió un duro momento.

Ese año, el petróleo West Texas Intermediate, referente en Estados Unidos, llegó a marcar precios negativos por primera vez en la historia debido a la sobreoferta, la falta de demanda y los cuellos de botella en el almacenamiento.

Al mismo tiempo, toda la cadena de valor del petróleo se vio golpeada por la pandemia de la Covid-19, que provocó el derrumbe de la demanda de productos derivados del petróleo.

Este escenario negativo para el petróleo contrasta con la situación vivida por las renovables.

Ese mismo año, la energía solar y la eólica constituyeron la mayoría de las nuevas fuentes de energía del mundo.

Aunque, el petróleo ha experimentado una recuperación motivada por el crecimiento económico, lo cierto es que se están replanteando los cimientos de esta industria volátil y contaminante. 

Nos encontramos en un momento de transición energética en el que se augura un declive del petróleo.

Un declive que podría durar varias décadas más o por lo menos estar controlado. No toda la producción de petróleo se quema, también es importante para productos químicos y plásticos.

Ante esta situación, la propia industria petrolera se ha puesto en movimiento para evitar quedarse fuera de juego.

Compañías como BP, Shell, Equinor, Total y ENI están invirtiendo en energía renovable, empujados por la presión de los consumidores y los inversores. 

Alternativas sostenibles que les permitan sobrevivir al incierto futuro del petróleo.

 

Movilidad sostenible frente al petróleo 

La movilidad sostenible, en concreto la eléctrica, se presenta como rival para el petróleo.

La previsión para 2040 es que los vehículos eléctricos representen la mitad de todas las ventas de automóviles. Un crecimiento que se ve acompañado del endurecimiento de normativas de emisión y de los avances en tecnología (p.ej. baterías más baratas y eficientes).

Según Bloomberg NEF (BNEF), “en 2040 los vehículos eléctricos de todo tipo añadirán un 5,2% a la demanda global de electricidad” y “si los precios de las baterías siguen bajando, la vida útil y los costes de adquisición de un coche eléctrico se igualarán al de sus equivalentes con motor de combustión en torno a 2025”.

Es por esto que, las compañías petroleras han iniciado su carrera ante el auge de la movilidad sostenible.

Una lucha por ser el que más puntos de recarga para coches eléctricos despliega o la inversión en biocombustibles, como alternativa para la movilidad sostenible en el sector del transporte de difícil electrificación (transporte pesado, marítimo y aéreo).

 

Combustible a partir del café

La inversión en biocombustibles constituye una de las alternativas que han elegido algunas de las industrias energéticas del petróleo ante la incierta situación del combustible fósil.

Uno de los ejemplos, en la búsqueda de alternativas, es la obtención de biocombustible para el transporte a partir de los posos del café.

Este proyecto se inició en 2017, en una colaboración entre la empresa tecnológica Bio-Bean, la petrolera Shell y la mezcladora de combustible Argent Energy.

Bio-Bean ya llevaba tiempo dedicado a industrializar el proceso de reciclaje para convertir los posos del café en biocombustibles y productos químicos. Ahora, el objetivo era hacer funcionar los autobuses de Londres con este biocombustible, el B20.

El B20 es una mezcla del aceite del café, extraído de los posos residuales, con otras grasas y aceites. Luego, la empresa Argent Energy se encarga de usar estos aceites para crear biodiésel, que a su vez se mezcla con diésel mineral. 

El resultado es un biocombustible, el biodiésel B20, que ofrece una reducción de las emisiones de CO2 en torno al 10-15%, en comparación al diésel tradicional.

Al mismo tiempo, se produce el aprovechamiento de estos residuos del café que, de otra forma, acabarían en vertedero, contribuyendo a la emisión de metano a la atmósfera.

Según la compañía Bio-Bean, este biocombustible es apto para el funcionamiento de los autobuses sin necesidad de modificación, pero para ello, son necesarios 2,5 millones de tazas de café para crear el volumen suficiente de B20 para el funcionamiento de un autobús, durante un año. Un aspecto que aún está por resolver.

 

Biocombustibles de origen renovable

Junto al desarrollo del B20, se han venido desarrollando otros proyectos para la producción de biocombustibles a partir del aprovechamiento de los residuos. 

Uno de ellos es el proyecto desarrollado por SEAT y Aqualia, con el objetivo de obtener biocombustible renovable y 100% de origen español, a partir de las aguas residuales, para su uso en vehículos de gas natural comprimido (GNC).

La obtención de este biocombustible tiene lugar mediante la valorización energética (digestión anaerobia) de los lodos de depuradora, obteniendo de ello biogás.

Este biogás, tras ser sometido a un proceso de depuración, se convierte en biometano.

Esta valorización energética de los lodos de depuradora se enmarca en los principios de economía circular, al convertir un residuo en un recurso para la obtención de energía. 

Si tenemos en cuenta que una planta de tamaño medio puede tratar unos 10.000 metros cúbicos de agua al día, y de ellos generar 1.000 metros cúbicos de biometano, capaz de abastecer a 150 vehículos durante 100 Km/día, esta puede ser una alternativa sostenible a los combustibles fósiles.

Una alternativa que supone la reducción en un 80% de las emisiones de CO2 en estos vehículos GNC, respecto a los de gasolina.

Al mismo tiempo, aporta una solución a la gestión de este residuo, cuyos volúmenes de producción en España se encuentran en torno a los 4.000 hectómetros cúbicos al año.

La producción de gases renovables a partir del aprovechamiento de los residuos orgánicos (biogás y biometano) para su uso como biocombustibles es una alternativa viable para complementar la transición hacia una movilidad sostenible.

Estos gases renovables pueden llegar a aquellos sectores del transporte en los que la electrificación resulta difícil. Sectores como el transporte pesado por carretera, el marítimo o el aéreo.

En Genia Bioenergy contamos con la tecnología para la producción de biometano vehicular, aprovechando el potencial de los residuos orgánicos como recurso para obtener este biocombustible y contribuir, con ello, a la descarbonización del sector del transporte y alcanzar la neutralidad climática en 2050.

 

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