La importancia del reciclaje

El reciclaje: ¿por qué es importante reciclar?

Cuando reciclamos los periódicos, estamos ahorrando un 40% de la energía que se consume en la producción de periódicos no reciclados. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los plásticos (70%), el vidrio (40%) o el acero (60%).

Este ahorro energético se produce porque extraer, refinar, transportar y procesar materias primas requiere mucha más energía que transformar materiales reciclados ya disponibles. 

Esta es una de las múltiples ventajas del reciclaje. Un proceso que implica la recolección y transformación de los materiales para convertirlos en nuevos productos, evitando que sean desechados como basura.

Además, al reciclar se contribuye a la conservación de los recursos naturales, a reducir la sobreexplotación de las materias primas, protegiendo así los hábitats, y a evitar la contaminación y emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por el vertido de los desechos. Y todo esto, se traduce en un beneficio para el medioambiente.

Dentro del reciclaje podemos distinguir tres tipos principales:

  • Reciclaje primario o de circuito cerrado: cuando se convierten los materiales en más de lo mismo.
  • Reciclaje secundario: los materiales desechados son transformados en otros objetos, aunque fabricados con el mismo material.
  • Reciclaje terciario o químico: se obtiene un material o producto nuevo a partir de la descomposición química de los desechos.

El reciclaje es, por tanto, un proceso esencial para el futuro del planeta, pero su efectividad va a depender del esfuerzo colectivo, de la implicación de todos, desde los líderes mundiales a empresas y personas.

 

Concienciar el reciclaje como un hábito en nuestras vidas

Más allá de las cuestiones técnicas y económicas, como puede ser la inversión requerida para los sistemas de recogida e instalaciones industriales para el tratamiento de los desechos, el reciclaje requiere de un esfuerzo colectivo por parte de toda la sociedad.

Un esfuerzo que va desde los hábitos de separación de residuos en los hogares, hasta la ayuda por parte de las administraciones públicas para hacerlo más fácil, además de otras medidas como los etiquetados con información sobre el uso de materiales reciclados en los productos.

La educación y concienciación social en este sentido es necesaria para difundir las buenas prácticas en el reciclaje y solventar las dudas sobre los diferentes tipos de residuos y los errores al separar.

Una educación sobre el reciclaje que debe llegar a todos los niveles de la sociedad, pero que, sin duda, uno de los espacios donde es imprescindible que tenga lugar es en las escuelas, como una inversión de futuro.

Las nuevas generaciones deben entender la importancia de reducir, reutilizar y reciclar, y cómo llevarlo a cabo, por las consecuencias medioambientales que esto implica y porque se trata de una responsabilidad social y de respeto por el medioambiente.

Esto implica sentar las bases para estas buenas prácticas en la sociedad futura, pero no debemos olvidar la responsabilidad de la sociedad adulta para implicarse y dar ejemplo.

 

Clasificación de los residuos

Aunque se está reciclando más que nunca, también se están generando grandes cantidades de residuos.

Por tanto, un reciclaje efectivo va a necesitar de una adecuada clasificación, para poder recuperar mayor cantidad de materiales, y disponer de un sistema de recogida que facilite la gestión de los residuos, evitando los problemas derivados de su acumulación.

En muchas comunidades y empresas se facilita el reciclaje poniendo contenedores etiquetados al aire libre para empleo público, o bien dando contenedores para dueños de residencias y colectores de pavimento.

Un sistema de recogida que consta de otros elementos como son los vehículos de recogida y su frecuencia de paso, y los gestores de residuos (públicos, privados, mixtos, etc.).

Una vez recolectados los residuos, estos son llevados a una Instalación de Recuperación de Materiales (MRF) donde son procesados. Los residuos pasan primero a un área de preclasificación, donde se eliminan los artículos no reciclables, y luego se traslada el resto a un área de clasificación automática por máquinas o manual.

El esquema de una MRF vendría a ser el siguiente:

  1. Recepción de residuos de la recogida selectiva.
  2. Cinta donde se separan los residuos voluminosos.
  3. Mecanismo automático de apertura de bolsas para facilitar su separación posterior.
  4. Área de selección granulométrica: mediante un trommel se separan en 3 fracciones según su tamaño.
  5. Aspiración, sistema que consigue separar el PEAD y el PEBD (plástico film, bolsas, …).
  6. Separación magnética, mediante electroimán, para separar los materiales férricos.
  7. Prensa para compactar los envases metálicos férricos.
  8. Separación por inducción, consiguiendo la separación de los envases metálicos no férricos.
  9.  Prensa para compactar los envases metálicos no férricos.
  10.  Área de rechazo, formado por los materiales no recuperables.
  11.  Prensa para embalar los residuos recuperados.
  12.  Área de almacenamiento, donde se depositan los materiales recuperados para optimizar su transporte.

Los distintos materiales recuperados son finalmente trasladados a diferentes instalaciones para su procesado.

 

El contenedor marrón y la materia orgánica  

Dentro de la clasificación de residuos que se realiza antes de la recogida, tenemos la fracción de desechos orgánicos que deben ser depositados en el contenedor marrón.

Estos residuos orgánicos vienen a ser los restos de alimentos, restos vegetales (flores) o servilletas y papel de cocina usados.

Una correcta separación de estos residuos orgánicos haciendo uso de estos contenedores facilita su posterior reciclaje en plantas de compostaje o en plantas de biogás para la obtención de energía renovable.

El reciclaje y la gestión de residuos urbanos se recoge en diferentes directivas tanto nacionales como europeas, en las que se insta a las instituciones a promover planes y programas de gestión para estos biorresiduos y a aplicar leyes respecto al tratamiento de los mismos, recogidos de manera separada, para la producción de compostaje doméstico, compostaje comunitario o biogás.

El proyecto Valeuwaste, en el que viene trabajando Genia Bioenergy, trata de dar solución al problema de gestión de estos residuos orgánicos generados en las ciudades. 

El objetivo del proyecto es evitar que los residuos orgánicos acaben en vertederos o sean incinerados sin aprovechar su valor. Para ello se trabaja en los métodos de separación y recogida de los desechos orgánicos y en su tratamiento mediante digestión anaerobia para convertir los residuos en energía renovable (biogás y biometano), compost y fertilizante orgánicos.

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