El desarrollo de la agricultura intensiva ha provocado la necesidad de emplear nuevos insumos para el desarrollo de los cultivos.
Entre estos insumos se encuentran los sustratos, que son materiales sólidos distintos del suelo que tienen la función de sustituirlo y permitir el anclaje y crecimiento adecuado del sistema radicular de las plantas.
Teniendo en cuenta que el suelo es un factor de producción esencial en la agricultura, al actuar como soporte físico y proporcionar los nutrientes, el aire y el agua que precisan las plantas, las características físico, químicas y biológicas de los sustratos resultan importantes.
Según el tipo de sustrato, estas características varían. Su empleo por separado o combinado, con un programa adecuado de manejo, debe permitir un buen desarrollo de las raíces de la planta, resultando básico para actividades como semilleros, viveros, horticultura intensiva, etc. También se emplean en paisajismo o recuperación de suelos degradados.
Los tipos de sustratos se pueden clasificar según el origen de los materiales que los constituyen. De este modo, tenemos sustratos inorgánicos o minerales, y sustratos orgánicos a partir de materia orgánica.
Estos últimos mejoran las propiedades físico y químicas del suelo, tales como la capacidad de retención del agua, la porosidad, disminución del peso húmedo y la capacidad del intercambio catiónico.
Pero sus componentes orgánicos deben ser estables, respecto a su descomposición, para eliminar, por ejemplo, fijaciones de nitrógeno que reduzcan la disponibilidad de este nutriente para las plantas.
Diferentes tipos de sustrato orgánico
Entre los tipos de sustratos orgánicos distinguimos dos grupos destacados:
- Los sustratos de origen natural: se caracterizan por estar sujetos a descomposición biológica.
En este grupo se incluyen las turbas, que son materiales de origen vegetal cuyas propiedades físico y químicas son versátiles en función de su origen.
- Subproductos y residuos procedentes de diferentes actividades agrícolas, industriales y urbanas.
La mayoría de los materiales de este grupo deben experimentar un proceso de transformación para estabilizarlos y que resulten adecuados para su uso como sustratos.
La materia orgánica de la que se obtienen pueden ser cascarillas de arroz, pajas de cereales, fibra de coco, orujo de uva, cortezas de árboles, serrín y virutas de la madera, residuos sólidos urbanos, lodos de depuración de aguas residuales, etc.
En este grupo es donde se incluyen los subproductos derivados de la obtención del biogás, los biodigestatos.
Los biodigestatos como sustratos orgánicos
Los residuos orgánicos procedentes de la industria agroalimentaria, los residuos sólidos urbanos o incluso los lodos de depuradora pueden ser reciclados y aprovechados mediante su valorización energética para obtener biogás y biometano.
De este proceso de valorización, además de energía renovable, se obtiene un subproducto que contiene otros componentes que aún se pueden aprovechar. Se trata de los biodigestatos (fertilizantes orgánicos y compost).
Estos biodigestatos están estabilizados tras el proceso de digestión anaerobia y pueden utilizarse como fertilizantes de alta calidad o como aditivos a suelos en la agricultura, en mezclado de tierras, así como en horticultura y paisajismo. Es decir, pueden emplearse como sustratos orgánicos.
Su valiosa composición permite enriquecer los suelos agrícolas, aportando los beneficios de la materia orgánica, además de contribuir a la economía circular, al cerrar ciclos de material biológico.
Además, el uso del biodigestato ahorra fertilizantes minerales y reduce las emisiones de CO2, dado que la producción de estos últimos consume mucha energía.
También existe una mayor demanda por parte de los consumidores hacia productos libres de turba en la producción de tierras y fertilizantes orgánicos, por los que sustituir ésta por los biodigestatos es una alternativa climáticamente neutra.
El reciclado de los residuos orgánicos en plantas de biogás, obteniéndose de ello productos como el compost o los fertilizantes orgánicos, no solo aporta los beneficios asociados a su empleo como sustrato orgánico, sino que también evita la producción de gases de efecto invernadero (metano y óxido nitroso) que se darían si dichos residuos fueran sometidos a fermentación anaeróbica incontrolada, al ser enterrados.
Cómo aprovechar los biodigestatos para generar compost
El biodigestato obtenido de la transformación de los residuos orgánicos a biogás puede ser sometido a un tratamiento biológico para estabilizar el material orgánico.
El objetivo de esto es reducir la emisión de olores y fijar el nitrógeno como nitrógeno orgánico ligado o transformarlo en nitrógeno atmosférico.
Este tratamiento se conoce como el compostaje, un proceso de digestión aeróbica selectiva (adición de material estructural, volteo periódico y aireación opcional) que permite convertir el biodigestato en compost.
El compost o abono orgánico obtenido sirve para mejorar la estructura de los suelos y estimular el crecimiento de los cultivos, viniendo a ser el equivalente al humus (materia orgánica presente en el suelo), pero higiénico y libre de características desagradables.
El proceso para su obtención se realiza en las plantas de compostaje, donde se controlan las condiciones para la obtención de un producto con la calidad y seguridad requerida para su uso.
Para ello, los residuos orgánicos de los que se parte deben cumplir con una serie de criterios estrictos de la normativa europea UNE-EN 13432:2001 sobre compostabilidad industrial.
Y en lo que respecta a las medidas sanitarias para hacer compost, los Reglamentos UE nº 1774/2002 y 208/2006 fijan las normas que deben aplicarse para evitar la propagación de patógenos durante el proceso de compostaje.
El uso del compost como abono queda también regulado por el Real Decreto 999/2017, de 24 de noviembre, por el que se modifica el Real Decreto 506/2013, de 28 de junio, sobre productos fertilizantes, que tiene por objetivo fijar las reglas básicas en materia de productos fertilizantes y procesos necesarios de coordinación con las comunidades autónomas.
Toda una serie de procedimientos que aseguran una correcta gestión y aprovechamiento de los residuos orgánicos y en los que Genia Bioenergy puede ayudarte, cumpliendo con la normativa vigente y aportándote rentabilidad con la obtención de energía renovable (biogás) y los biodigestatos para su uso como sustratos orgánicos.