Los proyectos de biogás y biometano se perfilan como elementos estratégicos para lograr una matriz energética más sostenible y diversificada.
A diferencia de otras fuentes renovables, como la solar o la eólica, estos gases renovables ofrecen una producción continua de energía a partir de residuos orgánicos, lo que representa una solución eficaz en términos de eficiencia energética, reducción de emisiones y economía circular.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos para estos proyectos en España no está relacionado con su viabilidad técnica o económica, sino con un factor cada vez más determinante: la aceptación social.
La resistencia de las comunidades locales, motivada por la desinformación, la desconfianza o la falta de participación en la toma de decisiones, puede poner en riesgo el desarrollo de iniciativas clave para la descarbonización del país.
Ante esta situación, los talleres participativos constituyen una herramienta fundamental para construir una relación de confianza entre promotores, administraciones públicas y ciudadanía.
¿Qué es la aceptación social de los proyectos de biogás?
La aceptación social hace referencia al respaldo, comprensión y apoyo que una comunidad otorga a un proyecto que impacta su entorno.
En el ámbito energético, se trata de un componente clave para el éxito de las infraestructuras renovables, ya que afecta directamente a la agilidad en los trámites administrativos, la viabilidad política y la integración territorial.
En el caso del biogás, la percepción social puede estar influida por diversos factores:
- Falta de información técnica comprensible.
- Temor al impacto ambiental, olores o afectaciones al paisaje.
- Desconfianza respecto a la distribución de los beneficios económicos.
- Sensación de exclusión en los procesos de decisión.
Estas barreras subjetivas, si no se abordan adecuadamente, pueden desencadenar protestas vecinales, ralentización de permisos o incluso cancelaciones, como se ha evidenciado en distintos puntos de España.
Por ello, el concepto de responsabilidad compartida entre promotores, administración y ciudadanía está ganando terreno como un modelo de gobernanza más democrático y eficaz. Aceptar que los proyectos energéticos deben adaptarse a las realidades sociales de cada territorio es el primer paso hacia una implementación exitosa.
El papel de la participación ciudadana en la aceptación social
La participación ciudadana no debe entenderse como una acción puntual o meramente informativa, sino como un proceso continuo que acompaña todas las fases del proyecto.
Los talleres participativos son una de las formas más efectivas de materializar esta participación. Se trata de espacios de diálogo en los que los vecinos pueden expresar inquietudes, conocer detalles técnicos de forma accesible y aportar propuestas para el desarrollo del proyecto.
Entre las herramientas más utilizadas se encuentran:
- Reuniones informativas públicas.
- Talleres colaborativos temáticos.
- Encuestas comunitarias.
- Visitas a otras plantas de biogás en funcionamiento.
- Jornadas técnicas abiertas.
Estos mecanismos contribuyen a mejorar la comprensión del proyecto, desmontar mitos o miedos infundados y crear vínculos de confianza entre las partes.
Además, permiten recoger conocimiento local que puede mejorar aspectos técnicos o logísticos del proyecto.
La clave está en diseñar estos procesos con transparencia, lenguaje accesible, inclusión de todos los actores locales y continuidad en el tiempo.
La planta de biometano en Machacón como ejemplo
Un ejemplo representativo del enfoque participativo lo tenemos en el proyecto de planta de biometano que Genia Bioenergy está impulsando en el municipio salmantino de Machacón.
Desde su fase inicial, hemos apostado por establecer una relación cercana y transparente con la comunidad local, reconociendo que su implicación es fundamental para el éxito del proyecto.
Entre las acciones destacadas se encuentran:
- Talleres informativos con presencia de técnicos y responsables del proyecto para explicar, en lenguaje claro, el funcionamiento de la planta.
- Espacios de diálogo con vecinos y asociaciones, donde se recogen dudas, sugerencias y preocupaciones.
- Canales abiertos de comunicación digital, como la publicación de contenidos en LinkedIn o su sitio web, whatsApp o email que permiten seguir la evolución del proyecto en tiempo real.
- Compromiso público de llevar a cabo nuevas jornadas informativas, reforzando la idea de continuidad y transparencia.
Estas acciones que se están desarrollando nos han permitido abrir un canal de diálogo activo con los vecinos y sentar las bases para una relación de confianza en el desarrollo del proyecto.
Beneficios de los talleres participativos en proyectos de bioenergía
La organización de talleres participativos en los proyectos de bioenergía supone una serie de beneficios, tanto para los promotores como para las comunidades locales implicadas.
Uno de estos beneficios es la reducción de la conflictividad social. Al anticiparse a posibles malentendidos o temores mediante un diálogo abierto, es posible minimizar la difusión de rumores y desinformación que suelen circular en entornos locales, especialmente a través de redes sociales u otros canales informales. Esta función preventiva permite mantener un clima social más favorable durante todas las etapas del proyecto.
Además, los talleres aportan mejoras concretas al diseño del proyecto, ya que la incorporación de conocimiento local puede traducirse en soluciones más adecuadas a las características del territorio. Las aportaciones de los vecinos y agentes sociales permiten ajustar decisiones relacionadas con la ubicación, el impacto visual, los accesos o incluso la relación con otras actividades económicas del entorno.
La confianza y la legitimidad social también se ven fortalecidas cuando los ciudadanos perciben que sus opiniones son escuchadas y que la información proporcionada es transparente y veraz. Esta percepción incide directamente en la reputación del promotor y en su capacidad para consolidar una relación estable y constructiva con la comunidad.
En este sentido, los talleres funcionan también como espacios de capacitación ciudadana, ya que permiten trasladar conocimientos técnicos en un lenguaje accesible, contribuyendo a una ciudadanía más informada y empoderada respecto a las decisiones que afectan a su entorno.
Otro beneficio importante se relaciona con el cumplimiento normativo. Las políticas energéticas europeas actuales, como el Pacto Verde Europeo o la Directiva RED III, insisten en la necesidad de incorporar mecanismos participativos en la planificación de proyectos de energías renovables.
La integración efectiva de talleres participativos no sólo mejora la calidad del proceso, sino que también facilita la alineación con los marcos regulatorios vigentes.
En su conjunto, los talleres participativos no sólo contribuyen a generar aceptación social, sino que también enriquecen los proyectos con un enfoque más democrático, inclusivo y adaptado a la realidad local.
Su valor reside en combinar la dimensión técnica con la social, garantizando que la transición energética avance con eficiencia, legitimidad y equidad.
La expansión de los proyectos de biogás y biometano en España representa una oportunidad única para avanzar hacia un modelo energético más sostenible, eficiente y circular. Sin embargo, este avance solo será posible si se construye desde la base: la confianza, el diálogo y la colaboración con las comunidades locales.
Los talleres participativos son una potente herramienta para transformar la resistencia social en implicación activa. Lejos de ser una obligación, representan una oportunidad estratégica para los promotores que entienden que la excelencia técnica debe ir acompañada de legitimidad social. Para ello, deben cumplir una serie de condiciones: lenguaje claro, transparencia, continuidad, inclusión y enfoque pedagógico.
Integrar la voz de la ciudadanía desde el diseño inicial del proyecto no sólo facilita su ejecución, sino que lo convierte en un ejemplo de innovación democrática y sostenibilidad. Apostar por la participación es, por tanto, apostar por el éxito a largo plazo de la bioenergía en España.