Los purines —mezcla de excrementos, orina y agua de limpieza animal— constituyen uno de los principales subproductos generados por la actividad ganadera.
En España, la producción de purines supera los 50 millones de toneladas anuales, siendo el porcino el principal generador, con más del 80 % del total. Esta elevada generación plantea desafíos logísticos, medioambientales y económicos, especialmente en zonas con alta concentración ganadera, donde la capacidad de absorción agrícola del suelo se ve superada.
La gestión inadecuada de los purines puede provocar la contaminación de aguas superficiales y subterráneas, emisión de gases de efecto invernadero —como el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O)— y problemas de salubridad por la proliferación de olores y patógenos.
Además, los costes asociados a su almacenamiento, transporte y aplicación pueden oscilar entre 5 y 12 €/m³, según el tratamiento requerido y la distancia al lugar de aplicación.
En regiones con exceso de nitrógeno o declaradas como zonas vulnerables por la normativa de nitratos, estas cifras pueden incrementarse aún más debido a la necesidad de tratamientos adicionales o transporte a largas distancias.
Ante este panorama, resulta necesaria la búsqueda de soluciones sostenibles y eficientes para la gestión de purines, siendo una de ellas la instalación de plantas de biogás.
A través de la digestión anaerobia, esta tecnología es capaz de reducir el impacto ambiental de los purines, al tiempo que se valoriza energéticamente el residuo, se generan biofertilizantes y se mejora la eficiencia global de las explotaciones ganaderas.
Plantas de biogás para gestionar purines
La digestión anaerobia es el proceso biotecnológico central que permite transformar los purines en biogás y digestato. Este proceso se basa en la descomposición de la materia orgánica en ausencia de oxígeno, gracias a la acción de comunidades microbianas especializadas.
En el caso específico de los purines, este tratamiento debe tener en cuenta ciertas limitaciones intrínsecas del sustrato: alta proporción de agua, bajo contenido en carbono, y elevado contenido en nitrógeno amoniacal, que puede inhibir la actividad bacteriana si no se controla adecuadamente. Por ello, el tratamiento exclusivo de purines puede ser poco eficiente si no se complementa con otras materias orgánicas más equilibradas mediante procesos de codigestión.
Tipos de plantas de biogás para la gestión de purines
Existen diferentes tipos de plantas adaptadas a las necesidades de cada explotación ganadera o territorio:
- Plantas individuales o in situ, instaladas directamente en la explotación, diseñadas para tratar los purines generados localmente. Suelen ser de menor escala y requieren una inversión inicial más accesible.
- Plantas centralizadas, que agrupan los residuos de varias explotaciones o incluyen la recepción de residuos agroindustriales. Estas instalaciones operan a mayor escala, con mayor complejidad técnica, pero también con economías de escala que pueden hacer más viable su operación a largo plazo.
En cuanto a la tecnología de proceso, las plantas pueden operar en régimen mesofílico (35–40 °C) o termofílico (54–56 °C). El régimen termofílico, aunque más exigente en consumo energético y control, permite una mayor degradación de la materia orgánica y una producción más elevada de biogás, además de reducir los tiempos de retención hidráulica.
Requisitos y pasos para la implementación de una planta de biogás
La implantación de una planta de biogás en una explotación ganadera requiere una planificación integral y un proceso administrativo que va más allá de la instalación técnica. Las fases claves para la implementación son:
-
Estudio de viabilidad: Evaluación de la cantidad y calidad de los purines disponibles, posibilidad de codigestión, demanda energética de la explotación, análisis económico preliminar y ubicación adecuada.
-
Diseño técnico del sistema: Elección del tipo de digestor (rural o industrial, mesofílico o termofílico), dimensionamiento de la planta, sistemas de almacenamiento de biogás, digestato y control de emisiones.
-
Gestión de permisos: Tramitación de licencias ambientales, urbanísticas, de conexión eléctrica y de gestión de residuos.
-
Financiación e incentivos: Análisis de inversión y retorno, acceso a subvenciones públicas, financiación privada o fórmulas mixtas. La rentabilidad está condicionada por la valorización energética del biogás, el ahorro en fertilizantes y la posibilidad de cobrar por el tratamiento de residuos externos. En España, el Plan de Biodigestión de Purines, regulado por el Real Decreto 949/2009, establece criterios técnicos y económicos para acceder a subvenciones e incentivos que faciliten este tipo de inversiones.
-
Ejecución, puesta en marcha y operación: Construcción de la planta, instalación de equipos, formación del personal y ajustes iniciales del proceso. La operación debe incluir controles rutinarios de temperatura, pH, carga orgánica y composición del biogás.
La integración de estas plantas en el modelo de gestión de una explotación no sólo permite resolver el problema de los purines, sino que transforma un pasivo ambiental en una fuente de valor añadido.
Los beneficios económicos de una planta de biogás para la gestión de purines
Desde el punto de vista económico, las plantas de biogás suponen una oportunidad real para mejorar la rentabilidad de las explotaciones ganaderas.
La valorización energética de los purines transforma un residuo con altos costes de gestión en una fuente de ingresos directa e indirecta, con impacto positivo sobre los márgenes económicos de las granjas.
Uno de los beneficios más inmediatos proviene de la producción de biogás, que puede utilizarse para generar electricidad, calor o incluso transformarse en biometano.
Esta energía puede ser autoconsumida por la explotación o vendida a la red, generando ingresos adicionales o reduciendo significativamente la factura energética. De hecho, el uso de biogás para autoconsumo térmico puede llegar a reducir entre un 30 y un 60 % los costes de calefacción en explotaciones ganaderas, especialmente en aquellas que requieren control de temperatura constante, como las granjas porcinas o avícolas.
Otro aspecto económico relevante es el ahorro en fertilización química, gracias al uso del digerido como biofertilizante.
Este subproducto conserva los nutrientes esenciales (nitrógeno, fósforo, potasio) en formas más asimilables por las plantas, reduciendo así la necesidad de adquirir fertilizantes industriales.
Además, La integración de modelos de codigestión en las plantas de biogás permite el tratamiento de residuos orgánicos externos, como los subproductos agroindustriales o lodos de depuradora, lo que mejora el rendimiento del sistema y puede suponer una fuente adicional de ingresos por la gestión de esos residuos.
En términos de inversión, desde Genia Bioenergy trabajamos con modelos escalables y adaptados a la capacidad de generación de purines de cada explotación. Esto permite dimensionar la planta de forma eficiente, evitando sobredimensionamientos que comprometan la rentabilidad.
En proyectos de tamaño medio, los periodos de retorno de inversión suelen estar entre los 5 y 8 años, dependiendo de los precios de la energía, los incentivos disponibles y el volumen de residuos tratados.
Por tanto, la implantación de una planta de biogás no sólo representa una solución ambiental, sino también una herramienta estratégica de diversificación económica y optimización de recursos para el sector ganadero. Este tipo de instalaciones permiten reducir los costes operativos y cumplir con la normativa ambiental, al tiempo que convierten a las explotaciones en unidades energéticamente más autónomas y competitivas.
El marco regulatorio y los beneficios ambientales
Un marco normativo en evolución para impulsar la valorización energética de purines
La implantación de plantas de biogás en España para la gestión de purines está respaldada por un marco normativo que ha evolucionado en los últimos años para responder a los compromisos en materia de cambio climático, energía renovable y protección ambiental.
Uno de los pilares regulatorios es el Plan de Biodigestión de Purines, aprobado en 2008 y desarrollado a través del Real Decreto 949/2009, que establece las bases para la concesión de subvenciones destinadas a fomentar tecnologías de digestión anaerobia con valorización agrícola del digestato.
Este plan se integra dentro de la Estrategia española de cambio climático y energía limpia, y ha sido clave para impulsar la creación de instalaciones que permitan reducir las emisiones derivadas de la gestión convencional de residuos ganaderos.
Adicionalmente, la normativa sobre zonas vulnerables a nitratos (Directiva 91/676/CEE y su transposición nacional) obliga a establecer planes de actuación específicos en áreas con exceso de carga ganadera.
En estas regiones, el tratamiento de purines mediante digestión anaerobia permite disminuir la presión sobre los suelos y acuíferos, al transformar un residuo con alto contenido en nitrógeno en un producto fertilizante más controlado y eficiente, como es el digestato separado en fracciones.
Asimismo, los objetivos de la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética, así como las metas del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), refuerzan el papel del biogás como vector clave para la descarbonización del sector primario y la valorización de residuos orgánicos.
Este contexto normativo favorece la implantación de proyectos de biogás no sólo por sus beneficios técnicos, sino también por su contribución a las metas climáticas nacionales.
Beneficios ambientales: reducción de emisiones y economía circular
Desde el punto de vista ambiental, el tratamiento de purines en plantas de biogás genera múltiples impactos positivos, con beneficios tanto locales como globales:
- Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI): la digestión anaerobia captura el metano que, en condiciones de almacenamiento convencional, sería liberado a la atmósfera. Este gas tiene un potencial de calentamiento 25 veces superior al CO₂, por lo que su aprovechamiento como energía supone una medida de mitigación altamente efectiva.
- Disminución de olores y emisiones amoniacales: el tratamiento estabiliza la materia orgánica, reduce la volatilización de compuestos odoríferos y facilita la aplicación del digerido en condiciones controladas, minimizando el impacto sobre las comunidades rurales y el entorno natural.
- Mejora de la calidad de suelos y aguas: la transformación de los purines en digestato permite una fertilización más eficiente, reduciendo la lixiviación de nitratos y la contaminación difusa en zonas agrícolas sensibles.
- Fomento de la economía circular: la valorización del residuo ganadero cierra el ciclo de nutrientes y convierte un subproducto con alto coste ambiental en un recurso útil y localmente aprovechable, reduciendo la dependencia de insumos externos (fertilizantes y energía fósil).
Este conjunto de beneficios posiciona a las plantas de biogás como una solución tecnológica alineada con los principios de sostenibilidad, y especialmente eficaz en regiones con elevada concentración ganadera, donde la gestión tradicional de purines ha demostrado ser insostenible.
Apostar por esta solución no sólo responde a una necesidad ambiental, sino que abre la puerta a nuevas oportunidades de desarrollo rural y resiliencia económica en el sector agroganadero.