Suelos agrícolas saludables

Un suelo sano es la base de nuestro sistema alimentario. De él dependen la agricultura y el crecimiento de la mayor parte de las plantas de las que nos alimentamos.

Pero, ¿qué se entiende por suelo sano o saludable?

Lo primero que debemos entender es que un suelo sano es un ecosistema vivo y dinámico. 

Esto quiere decir que está lleno de organismos microscópicos y macroscópicos que realizan funciones vitales, como la de transformar la materia inerte y en descomposición, así como los minerales, en nutrientes para las plantas (ciclo de los elementos nutritivos).

Otras funciones importantes que realizan estos organismos que forman parte de un suelo sano son las de controlar las enfermedades de las plantas, los insectos y malas hierbas, mejorar la estructura del suelo y, con ello, la capacidad de retención de agua y nutrientes, y mejorar la producción de cultivos.

Además de todo esto, un suelo sano es el que mantiene o aumenta su contenido en carbono, por lo que es uno de los elementos que contribuye a mitigar el cambio climático. 

Ahora bien, para que existan suelos sanos o saludables hay un factor importante que tener en cuenta.

Se trata de la materia orgánica presente en los mismos y que afecta a sus propiedades físico y químicas.

La composición de esta materia orgánica y su tasa de degradación va a afectar a la estructura y porosidad de los suelos, a su tasa de infiltración del agua y a la capacidad de retención de humedad.

Asimismo, la materia orgánica presente en el suelo influirá también en la diversidad biológica de los organismos que en él se encuentran y en la disponibilidad de nutrientes para las plantas. 

El equilibrio entre materia orgánica, agua y suelos para el intercambio de nutrientes es clave para la fertilidad de estos últimos. Mantener este equilibrio es necesario si queremos tener una producción sostenible.

Un suelo sobre explotado, donde no se restituye la materia orgánica y el contenido en nutriente, tiene roto el ciclo de los elementos nutritivos, su fertilidad disminuida y no existirá un equilibrio del agroecosistema.

Es decir, no sería un suelo agrícola saludable.

Para que esto no ocurra, entra en juego el papel de los abonos y enmiendas orgánicos.

 

Abonos orgánicos y enmiendas orgánicas

Los abonos orgánicos son sustancias que están constituidas por desechos de origen animal, vegetal o mixto que se añaden al suelo con el objeto de aportar a las plantas los nutrientes que necesitan.

Las enmiendas orgánicas también están constituidas por desechos de origen animal, vegetal o mixto, pero en este caso, se utilizan para mantener o aumentar el contenido de materia orgánica en el suelo, y con ello mejorar sus propiedades físicas, su actividad química y biológica.

La forma en cómo se obtienen los diferentes tipos de abonos y enmiendas orgánicos es específica y sujeta a la normativa vigente. De hecho, esta normativa contempla a una serie de residuos orgánicos como los únicos autorizados para su transformación en estos productos.

Asimismo, los abonos y enmiendas orgánicos deben contar con una autorización administrativa para poder ponerse en el mercado, a fin de poder controlar los posibles riesgos para la salud y medio ambiente derivados de la utilización de residuos orgánicos.

 

Tipos de abonos y enmiendas orgánicos

 

Abonos orgánicos

Los abonos orgánicos se clasifican en varios grupos en base a su contenido en nutrientes principales y dependiendo del origen de la materia prima orgánica utilizada en su elaboración.

Algunos de estos grupos son: abonos nitrogenados, abonos fosfatados, abonos ternarios NPK y abonos binarios NP y NK.

Para la elaboración de los abonos ternarios NPK deben utilizarse de forma obligada las deyecciones animales (estiércoles y purines) como materia prima, y no se permite la incorporación de micronutrientes en forma mineral.

 

Abonos órgano-minerales

Este tipo de abono es el obtenido por mezcla o combinación de abonos inorgánicos (abonos CE o abonos inorgánicos del Grupo 1, del R.D. 824/2005) o minerales con los abonos orgánicos. También puede estar mezclados con turba, lignito o leonardita.

Según el contenido en nutrientes principales y su forma de presentación (sólidos o líquidos) existen 9 grupos de este tipo de abonos, entre los que se encuentran los nitrogenados simples, ternarios NPK y binarios NP, NK y PK.

 

Enmiendas orgánicas

La funcionalidad de las enmiendas orgánicas es la de generar humus para mejorar la fertilidad del suelo. 

En base a esto, la normativa reguladora contempla varios tipos de enmiendas orgánicas, dependiendo de la materia prima utilizada:

  • Enmienda húmica: pueden proceder de la transformación de restos vegetales o animales y, principalmente, de materia orgánica de tipo sedimentario como las turbas, lignitos o leonarditas, ligados al proceso de formación del carbón.

Aportan de forma directa al suelo compuestos húmicos, que son de color amarillento a negro, amorfos, muy polimerizados, con elevado peso molecular y de naturaleza coloidal.

Se clasifican en función de su solubilidad en ácidos y bases, pudiéndose separar en diversas fracciones húmicas: ácidos húmicos, ácidos fúlvicos y huminas. 

  • Turbas: proceden de la degradación bioquímica de materia vegetal acumulada en medios anaeróbicos (ausencia de oxígeno) o semi anaeróbicos (turberas).

Según las condiciones de formación, pueden darse turberas bajas o eutróficas (alto contenido en materia orgánica) y turberas altas u oligotróficas.

Y según las especies vegetales de las que proceden, la normativa contempla dos tipos de turba: la herbácea o turba negra (formada por caña común y carrizos) y la turba musgo o rubia (predomina el género Sphagnum).

  • Compost: es el producto obtenido tras un proceso controlado de descomposición microbiana aeróbica de residuos orgánicos.

La naturaleza de los residuos orgánicos, de los microorganismos, del tamaño de las partículas, la temperatura y el pH serán los factores que determinen el proceso de elaboración del compost. 

En base a la procedencia de los residuos, la normativa distingue entre tres tipos de productos con características físicas y químicas diferentes: compost, compost vegetal y compost de estiércol.

 

Beneficios del uso de abonos y enmiendas orgánicos

La explotación de los suelos agrícolas trae consigo la pérdida en nutrientes y su fertilidad.  Se produce una reducción en la materia orgánica que los constituye y que debe ser repuesta a fin de evitar su degradación.

Una de las formas en las que esto se puede hacer es con el aporte de abonos y enmiendas orgánicos. Sus principales beneficios son:

1) Aporte de elementos esenciales para las plantas, dependiendo del abono orgánico utilizado.

2) Liberan nutrientes de forma gradual, por los que garantizan un cierto suministro de nutrimentos para el cultivo durante su desarrollo, mejoran la estructura del suelo, porosidad, aireación y capacidad de retención de agua.

3) Tienen la habilidad de formar complejos orgánicos con los nutrimentos brindándoles a éstos mayor disponibilidad para las plantas.

4) Son fuente de carbono orgánico para la actividad de organismos heterótrofos presentes en el suelo.

5) Aumentan la infiltración del agua, reduciendo la escorrentía superficial.

6) Reducen las pérdidas de suelo por erosión hídrica y favorecen una mayor estabilidad de agregados del suelo.

7) Confieren al suelo una mayor capacidad productiva, conservación de su fertilidad en el tiempo y ser sostenibles con el paso de los ciclos productivos.

 

Compost de calidad como enmendante biológico de suelos

De entre los tipos de enmiendas orgánicas, el compost tiene la capacidad de mejorar las propiedades tanto física, químicas o biológicas del suelo.

Además, tiene la capacidad de activar la biología del suelo, siendo a la vez fuente de nutrientes e inoculante microbiano.

Sumado a lo anterior, la obtención del compost permite separar y reciclar los residuos orgánicos procedentes de la ganadería, la agricultura y alimentación, algo que conlleva la ventaja de cerrar el ciclo circular de estos residuos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los vertederos e incineradoras.

Para poder obtener un compost de calidad se debe recurrir a las plantas de compostaje, donde se controlan las condiciones para su obtención y la seguridad requerida para su uso.

Además, los residuos orgánicos empleados para obtener el compost deben cumplir una serie de requisitos (UNE-EN 13432:2001) y su uso como abono está regulado por Real Decreto 999/2017, de 24 de noviembre, por el que se modifica el Real Decreto 506/2013, de 28 de junio, sobre productos fertilizantes, que tiene por objetivo fijar las reglas básicas en materia de productos fertilizantes y procesos necesarios de coordinación con las comunidades autónomas.

En consecuencia, la gestión de los residuos orgánicos para obtener de ellos un compost de calidad no resulta un proceso sencillo.

Desde Genia Bioenergy podemos ayudarte en este proceso, cumpliendo con la normativa vigente y aportándote rentabilidad añadida gracias a la generación de energía.

 

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