Cómo es la gestión de residuos municipales

Los residuos municipales o residuos sólidos urbanos (RSU) son los generados en el ámbito doméstico, en los comercios, las oficinas y los servicios.

También se consideran residuos municipales aquellos residuos que no tengan la consideración de peligrosos y que, por su naturaleza o composición, puedan asimilarse a los producidos en esos mismos lugares o actividades.

Dentro de este tipo de residuos se incluyen, además:

  • Los residuos procedentes de la limpieza de las vías públicas, zonas verdes, áreas recreativas y playas.
  • Los animales domésticos muertos.
  • Los muebles, los utensilios y los vehículos abandonados.
  • Los residuos y derribos procedentes de obras menores y reparación domiciliaria.

Los residuos originados en la industria que tienen la consideración de asimilables a los municipales entrarían en el subgrupo de residuos municipales comerciales.

El volumen de residuos municipales que se generan es elevado y, dada su importancia estratégica y su vinculación con la sociedad, deben disponer de un programa de gestión, de una planificación y un modelo de gestión específico.

Todo esto, a su vez, debe basarse en los principios de proximidad, suficiencia, responsabilidad de los productores y en las actuaciones de prevención y recogida selectiva.

 

El modelo de gestión de residuos municipales 

Para describir un modelo de gestión de residuos municipales hemos tomado como ejemplo el modelo catalán (PRECAT20).

Los ejes fundamentales que sigue este modelo de gestión son el fomento de la prevención, el aumento y la extensión territorial de la recogida selectiva y el tratamiento de todos los residuos.

Los instrumentos de prevención que establece este modelo actúan en el momento de la producción y consumo, tanto en el ámbito del ecodiseño y de productos y procesos de producción, como en los hábitos de consumo.

La reducción del volumen de residuos generados minimiza los impactos que producen, su gestión se simplifica y permite obtener recursos de mejor calidad.

En este modelo, el reciclaje o la valorización material se sitúa por encima de la valorización energética y la eliminación (incineración con bajos niveles de recuperación y eficiencia energética y disposición controlada).

Esto implica que todos los residuos que presentan unas condiciones mínimas para ser reciclados deben destinarse a plantas de selección y reciclaje para la obtención de nuevos productos que se puedan introducir en la economía como recursos.

En el caso en el que la valorización material no es viable, los residuos se destinan a la valorización energética y eliminación. Para ello, requerirán de un tratamiento previo que tienen como finalidad el hacerlos aptos para el tratamiento térmico o garantizar unos altos niveles de eficiencia, o bien para poder eliminarlos en unas condiciones ambientales más favorables.

Los tratamientos previos a la valorización energética o la eliminación también permiten recuperar una parte de los residuos para su valorización material.

 

La recogida selectiva o separada de los residuos municipales

La recogida selectiva consiste en la separación por materiales (llamadas fracciones) con el fin de obtener recursos y materiales o bien aplicarles un tratamiento para la obtención de nuevas materias primas y convertirse así recursos materiales y / o energéticos.

Esta recogida selectiva parte de la separación en origen de los residuos. Es decir, desde los hogares, comercios e industrias se realiza la separación de las diversas fracciones que componen los residuos municipales.

Realizar esta separación de forma correcta constituye una de las vías más importantes para facilitar el reciclado y la reutilización de productos. De otro modo, la separación tendría que realizarse de forma mecánica, obteniéndose con ello productos contaminados que tienen un valor comercial menor, porcentajes más altos de rechazo y un coste elevado por todo el proceso.

Una fracción importante que se obtiene con esta recogida selectiva de residuos es la fracción orgánica de residuos municipales (FORM) que está constituida por los restos de comida y restos vegetales, y que son susceptibles de degradarse biológicamente.

La FORM representa la fracción más importante de los residuos municipales, llegando a representar un 36% en peso total de estos residuos. Además, se trata de la fracción más inestable debido a su alto contenido en agua y en materia orgánica que la hacen fácilmente degradable por los microorganismos.

Esto último, condiciona que la FORM deba gestionarse de forma rápida para evitar la generación de lixiviados y malos olores.

La valorización de esta fracción de residuos se puede realizar mediante dos tipos de tratamientos biológicos: el compostaje y la digestión anaerobia o biometanización.

El compostaje es un proceso biológico aerobio (con presencia de oxígeno) con el que se transforma estos residuos orgánicos en compost o abono orgánico, estable e higienizado para poder ser utilizado en los cultivos.

Con la biometanización o digestión anaerobia (en ausencia de oxígeno) se obtiene el biogás, constituido principalmente por metano y dióxido de carbono y otros gases en pequeñas cantidades (amoniaco, hidrógeno, sulfuro de hidrógeno, etc.).

Este biogás es un gas renovable que puede emplearse como biocombustible para usos residenciales, industriales o de movilidad. Además, en el proceso de obtención del biogás, se obtiene también otro producto, el digestato, que constituye un potente biofertilizante.

Si el biogás es sometido a un proceso de purificación (upgrading) para concentrar la proporción de metano y eliminar el CO2 y las impurezas, se obtiene el biometano. Este biocombustible se asemeja al gas natural, lo que permite ser usado como tal, empleando sus mismas infraestructuras.

La correcta valorización de la FORM es necesaria para evitar su impacto ambiental y al mismo tiempo es un recurso importante para la obtención de energía renovable, además del compost y fertilizantes orgánicos de calidad.

Además, la normativa europea obliga al cumplimiento de unos objetivos de reducción de los residuos orgánicos municipales destinados a depósitos, algo que solo es posible si existe una política de reciclaje y valorización de la materia orgánica.

Desde Genia bioenergy podemos contribuir en la gestión de estos residuos orgánicos mediante el desarrollo de proyectos de valorización energética adaptados, con la posibilidad de poner en marcha plantas de biogás entre varias empresas o explotaciones para reducir costes y mejorar la rentabilidad.

 

 

 

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